Thursday, November 24, 2005

LA GUERRA ES UN JUEGO

La Guerra es un juego… ella juega contigo.

Fuerte Jackson diciembre - abril de 1967

!Montegators! Uno, dos, tres, cuatro !Montegators! Uno, dos, !Montegators!, -¿A dónde vamos? - !A matar! (to kill) ! !Montegators! !To kill, to kill, to kill! One, two, three, four, to kill the bastards. !Todos Maldita Sea! !To Kill !
El adiestramiento básico duró dos meses y dos más el avanzado. En la última semana antes de graduarnos nos enseñaron cómo encender un fuego frotando palitos, y como asar carne en una varita. Una vez asada la carne, la voz del sargento se escuchó autoritaria:
-Cómanla. (Eat it). Lo que están comiendo es carne de mono y ahora les voy a enseñar cómo capturarlos con un pote de cristal y una caja de cigarillos, porque ustedes… !Van derechito para Viet Nam!
Cinco días de pase me permitieron volver al hogar antes de retornar y enfrentar mi destino. Allí en el aeropuerto militar quedaron llorando mi madre y hermanas. Detrás de ellas mi hermano y mi padre lucían compungidos. Las últimas palabras de mi hermano fueron: - “Si yo regresé de Viet Nam, tú también volverás”.
Las de mi padre: -“Recuerda el Salmo 23 : " Jehová es mi pastor y nada me faltará, en lugares…"
Dieciocho horas de vuelo desde California con escala en Hawaii. Siempre de día, no hubo noche, en un viaje eterno con pasaje de ida. Aterrizamos en una base militar en no sé dónde. Tres días llenando sacos de arena y contemplando a niños vietnamitas asando ratones en varitas y comiendo de ellos, al otro lado de la cerca. Entre cuando y cuando algunos soldados les lanzaban raciones de comida en latas para no ver el espectáculo. Al cuarto día, al anochecer, tras dos horas de viaje en un vehículo militar arribé a la montaña. Un pequeño rótulo a la entrada del campamento me indicó mi nuevo hogar: Phu Bai- Gia Le Combat Zone (Phu Bai Zona de Combate). A esa hora comí, lo que sería mi repetitivo alimento por un año: Pollo enlatado- reserva 1952 .
- Ocupa ese catre por esta noche, es de un soldado que está herido- me indicó un sargento expeliendo en mi cara un fuerte olor a licor. A poco, entró a la tienda de campaña un sargento y dejóse caer en el catre de al lado. Percatándose que no estaba sólo allí inquirió: - ¿Who the hell are you? (Quién carajo eres?
- PFC Rivera – le contesté.
– !Mira, si este pendejo es puertorriqueño!- reaccionó . – “Mira papá, yo también soy puertorriqueño y es mejor que no seas pendejo, porque yo voy a ser el primero que te va a volar”.
Así fue que conocí a aquel jodío loco que ahora bendigo, por las tantas veces que me dijo: - No te preocupes, ya tu estás muerto, y si te van a matar otra vez, nos vamos juntos, porque te voy a proteger”.
Esa misma noche, Oyola, me lo demostró.
Fue un silbido agudo, penetrante el que me despertó. Seguidamente la tierra tembló con el impacto del primer mortero. Los demás no se hicieron esperar cayendo ruidosamente alrededor de la tienda. Salí corriendo en la oscuridad y escuché a Oyola gritar en español:
-!Tírate al suelo cabrón!
Me dejé caer, rodé pendiente abajo y caí en un hoyo. Oyola se lanzó sobre mi y gritó: - " ¿Por qué carajo tienes un calzoncillo blanco? ¿ Quieres que te maten?
-No me han dado ropa – respondí.
-¿Y tu rifle?
- No tengo.
- Quítate ese jodío pantaloncillo blanco y arrástrate hasta allá arriba, al lado del catre que tú estabas, está el rifle y las municiones del pendejo que está en el hospital, !búscalo!. !Pero arrástrate mamao, que te van a matar!.
Totalmente desnudo me arrastré cuesta arriba, tomé el rifle y las municiones y rodé por la pendiente hasta llegar al hoyo. Lo que creí un hoyo era una excavación subterránea a la altura del pecho que rodeaba el campamento. Oyola y otros dos sargentos impartieron instrucciones: "Ustedes dos allá, ustedes allá, repártanse de dos en dos. Tú, portorro, ven conmigo" -dijo refiriéndose a mí.
Nos apostamos frente a una zona selvática desde donde podíamos ver al ejército norvietnamita saltando los alambres que nos dividían.
- Dispara a todo lo que se mueva, mamao- gritó.
El intercambio de disparos duró toda la noche. Oyola como un loco, disparaba y maldecía. Yo disparaba y musitaba: "Jehová es mi pastor y nada me faltará... aunque ande en valle de sombras no temeré mal alguno..."
El alba trajo los primeros rayos de luz y la consecuente huída de aquellos infelices, que como yo, no sabían porque estabamos enfrentándonos en cruenta lucha. Salimos a reconocer el terreno.
- Los de la izquierda son los tuyos, los mios son los de acá – me dijo Oyola muy orgulloso señalando los cadáveres en nuestra línea de tiro.
- No, no, todos son tuyos - alcancé a decir.
Ese fue el primero de muchos encuentros armados. !Mi primera vergüenza! Luego…matar o morir.

El que me preparó para matar, no estuvo allí. Sus hijos, tampoco. Es el que entregó Viet Nam del Sur a los comunistas del Norte a espaldas del primero.
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Sunday, November 20, 2005

La niña rara

La Niña Rara

Noventa y dos años tenía la comadrona cuando realizó su último parto. Con gran maestría lo completó, cerrando su acto al depositar la criatura en el regazo de su madre. Dos monedas y un gracias fué el pago total. De camino a su casa se detuvo en la letrina más cercana dejando caer los desechos al fondo de ésta. El tiempo pasó, aquel ser creció. La obesidad, su cuerpo ingrato y los problemas de aprendizaje no minaron el esfuerzo de su madre para que llegara a la Universidad. Su padre no contaba para nada.
- Mamá, el día que yo muera, dona lo que sirva de mi cuerpo, ya sea para estudios o para dar vida a otros seres - insistía con su progenitora.
-Así será - respondía su madre.
Y llegó el día menos esperado. Ciencias Forenses recibió el cuerpo y ante lo inaudito citó a una conferencia de prensa.
Afuera se mezclaban las voces de los medios noticiosos: !Amigos de Radio Bemba, lo que se ha dado hoy a la luz pública… !Noticia de última hora!: Ciencias Forenses … !Amigos, nos encontramos en Ciencias Forenses donde…!
Al día siguiente los titulares de los periódicos coincidían:

BOTAN BEBE
CRIAN PLACENTA

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Lo que no pudo el Diablo (Micro)

LO QUE NO PUDO EL DIABLO…


¡Acá abajo el que manda soy yo! ¡Cómete la manzana!
¡Jamás!
¡Ven tú, linda!
¡MMMMMMMM! Nene, cariño...cómete un poquito... anda, chulin...

Lo que no pudo lograr el diablo lo hizo la mujer.


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No es fácil ser hombre

!No es fácil ser hombre!

Cuando doña Aurora, la comadrona, me izó por las piernas para luego asestarme dos tremendas nalgadas con sus manos hombrunas; la hermana de mi madre tímidamente acotó: - ¿No le está pegando muy duro?
-¡Qué va, el es un machito completo y bien proporcionao! – respondió la ginecóloga del barrio.
Así crecí: "A los machos no le tiemblan las rodillas, aguanta como un macho, los machos no lloran hacen puchitos, que no se deje joder de nadie". De las novias ni se diga: "Es bueno que tenga muchas amigas y que salga, que coja experiencia, pa’ eso es hombre". Tanto, tanto lo asimilé, que casi pierdo la vida durante la guerra, sacando pecho para impresionar a otros reclutas. ¡Qué barbaridad! Todo eso quedó atrás - pensé - mientras la observaba excitado y tembloroso. Su imponente y majestuosa figura, sus curvas, más que hacerme sentir macho, restaban a mi factor H. Un estado de nerviosismo, timidez, decaimiento físico, impotencia y frustración, se apoderó de mi. Apenas escuché cuando el adolescente que me acompañaba me inquirió: -"Raffie, ¿Qué es lo que estápa? Estás jincho (pálido), mete mano, cáele arriba, trépala".
-¡Gózala tu, niño!- respondí- mientras me alejaba paulatinamente de Sheikra*, triste y avergonzado, musitando entre dientes... ¡No es fácil ser hombre!

*Sheikra es una montaña rusa en el parque de diversión Bush Garden, Tampa, Florida, EE. UU., de 200 pies de altura, donde sus carros viajan a 60 millas por hora, giran sobre si mismos, y tiene pendiente de 90 grados. Desde el tope puede verse la ciudad de Tampa.

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Siguiendo un Sueño

Siguiendo un sueño

9:00 PM

El gobernador de Puerto Rico se dirige al país a través de todos los medios noticiosos: -“Si la Cámara de Representantes insiste en recomendar y firmar un presupuesto de mil millones de dólares menos de lo presupuestado, significará la pérdida de veinte mil empleos gubernamentales, afectando los servicios, la industria privada y el bolsillo del consumidor. Nuestra deuda externa asciende a dos billones y el crédito nos está siendo denegado. Nuestra economía está enferma...”

9:00 PM

-¡Quiero a todos sentados! ¡Si siguen jodiendo los tiro a todos por la borda!
Así gritaba el capitán, armado hasta los dientes, mientras lanzaba cuatro cuerpos vivos al agua para alivianar la pesada carga de la pequeña yola. El miedo a morir como sus compañeros de viaje, los hacía gritar como desquiciados. Hombres, mujeres y niños, treinta y ocho en total, transportados como reses en época trashumante resistían el embate del furioso oleaje. Algunos ya habían renunciado a la vida, evocando con nostalgia la patria que habían abandonado en búsqueda de bienestar económico, que es obsesión de nuestros hermanos dominicanos menos privilegiados. -¡Tranquilos coño que ya estamos llegando, allá los están esperando! Dicho esto, el capitán, extrajo el teléfono celular de su bolsillo y marcó el número que muy bien conocía, diciendo en susurro: -Prepárame el pasaje que salgo temprano para Nueva York. Acto seguido se ajustó el salvavidas y lanzándose al agua. Diez minutos después, la playa se vistió de arrebol. Decenas de potentes focos alumbraron la destartalada yola. -¡Traigan agua enseguida! ¡Los niños y las mujeres primero! ¿Hay algún herido? Las voces de los Policías Estatales y los de la Guardia Costanera se entremezclaban con los ayes de dolor de los recién llegados, mientras trataban de chinear a los más débiles. -!Tanto sufrimiento para nada! - decía un anciano mientras era esposado pensando en su deportación. Al escuchar el siseo, el teniente a cargo de la operación miró a la niñita y la escuchó decir: “Yo puedo quedarme... ¿Verdad?”

9:45 PM

-“Vamos a trabajar todos por Puerto Rico, juntos lograremos superar ésta crisis”. Los aplausos grabados no se hicieron esperar, seguido del consiguiente mensaje: -“El pasado fue un programa político pagado”-.

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Qué Metía de Pata

Qué Metía de Pata

Era la segunda vez que había metido la pata. Esta vez no se lo perdonaba. Tanto sufrimiento le causaba el hecho, que quería morir. ¿Por qué? ¿Por qué había sido tan despistado? ¿Por qué? ¿Por qué volvió a meter la pata?
Al principio, todo fue felicidad- recordaba. Ella lo amaba, él la adoraba. Juntos para toda la vida, fue el juramento. Ese sueño de Amor se quebró, no con una, sino con dos metidas de pata. !El dolor aumentaba con los comentarios que escuchaba! !Hasta había considerado lanzarse al pantano! Su suerte estaba echada, se marcharía lejos de la granja para nunca volver. Bajando la vista, clavó su mirada en los huevos y exclamó: !Que huevón!
Así, cabizbajo, inició su viaje sin regreso, todavía preguntándose mientras se alejaba:
¿Por qué, por qué volvería a meter la pata?
La primera fue con un cisne, y ahora qué, con un ganso?

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El Flautista

Y esto fue lo que sucedió hace muchos, muchos años, en esta desierta y vacía ciudad de Hamelin, donde, por más que busquéis, nunca encontraréis ni un ratón ni un niño.



El Flautista

Los habitantes de la acaudalada ciudad vivían descorazonados desde que aquel flautista había embrujado a sus niños, haciendo que estos le siguieran a un paraje desconocido.
-¿A quién castigar ahora? ¿Quién haría la limpieza de las casas? ¿Quién barrería las calles? ¿A quién maltratar de palabras, cuando la comida sosa o salada?
Estas y otras preguntas no encontraban respuestas en los regordetes e insatisfechos moradores de Janelín.
- “Nuestras esposas no están hechas para el trabajo, por eso las conservamos esbeltas, saludables y hermosas” - así hablaba el alcalde, dirigiéndose a todos los hombres del pueblo desde la poltrona municipal.
-Tenemos que encontrar a nuestros esclavos , digo, a nuestros niños - agregó- mientras daban cuenta de los toneles de vino provistos para la ocasión. Y bebieron y bebieron hasta que Morfeo los envolvió en un misterioso y melódico sueño...
!Los niños retornaban alegres a la ciudad, qué felices estaban, y los ratoncitos, rompiendo el encantamiento, convertíanse en hombres fuertes y apuestos; al toque de la flauta de aquella extraña figura!
El sol estaba en su cenit. Los deslumbrantes rayos del astro rey herían despiadadamente los ojos del grupo que había pernoctado de cara al cielo. Unos a otros se despertaron asombrados y confundidos.
¡Se encontraban en un lugar extraño! ¡Y chillaron y chillaron como ratas, por sus desgracias!

Sentada en la cresta de la montaña de queso, El Hada les contemplaba impasible, mientras componía una nueva y meliflua melodía en su varita musical.


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El final de Caperuza

El Final de Caperucita


Caperucita sabía que no podía escapar mientras corría despavorida por el bosque. Ya no tenía fuerzas para gritar por ayuda. Las garras de su agresor la alcanzaron y todo se desvaneció ante ella. El estruendo de un disparo de escopeta no fue percibido por sus oídos. Sus ojos no podían ver el rostro del joven y apuesto cazador que con sumo cuidado la levantaba y cargaba en sus brazos a las afueras del bosque.


Aquel extraño ruido le despertó. Con mucha dificultad volteó su cara hacia lo alto y difusamente lo vio. El búho calló, mirándole sin ver, desde la rama más baja del árbol que le había protegido de la incesante lluvia de los últimos días.
Tras un largo intento logró incorporarse y casi cae nuevamente al observar atónito su silueta plasmada sobre la tierra seca. Era una litografía exacta de su imagen, lograda por la fusión del agua, la tierra y su propio peso. El hambre y la sed no le permitían pensar con claridad. Casi a rastras y sabiéndose herido de muerte inicio la marcha en busca de agua y comida. Nunca supo que a su paso aplastaría un ciempiés, que habiéndole picado mientras dormía, encontró la muerte al ingerir el veneno del alma de su víctima.
Siete años pasaron alimentando su venganza. Su cabeza funcionaba como una impresora de datos al repasar su plan. Volvería a hacerlo, pero esta vez saldría ileso del asunto. Una vez completado, cazaría al cazador.
Presuroso atravesó el bosque circundante y llegó a la casa de la anciana. Colocando sus manos arqueadas alrededor de sus ojos, simulando un periscopio de submarino para afinar su visión, atisbó por la ventana. Todo estaba en calma. Empujó la puerta, entró sigilosamente hasta la alcoba y ahí se detuvo. Su mirada lujuriosa tocó cada parte del hermoso cuerpo de aquella niña-mujer que totalmente desnuda le envolvía en el intenso fulgor de sus ojos azules.

- ¿Cómo te llamas?- le preguntó.
- Mi nombre es Ardid- respondió la ninfa.
- ¿Ardid?- repitió el malvado mientras se desprendía de sus pantalones.
- Sí, Ardid, y mi apellido es Muerte.

!Esa era la señal!
¡El resplandeciente y afilado machete surcó el aire, yendo a parar su hoja al cuello, decapitando de un solo tajo, al infame que la poseyó por la fuerza años atrás; desflorando su más íntimo y preciado tesoro!

¡Todo terminó! – escuchó ella decir al apuesto vigilante del bosque. Enterremos su cuerpo y con él, tus temores y mis ansiedades.

El lánguido sol del atardecer mostró el camino de regreso al hogar de ambos, donde aguardaban la abuelita y el hermoso niño hijo del dolor. Cogidos de las manos iban, con paso seguro.


Esta es la verdadera continuación de la historia de Caperucita, que sólo yo, conocí.


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Los Tres Cochinitos - cuento

Los Tres Cochinitos


Escapó de allí dando unos terribles aullidos que se oyeron en todo el bosque. Se cuenta que nunca jamás quiso comer cerdito.

Los Tres Cochinitos

Había una vez y dos son tres, que no era chocolate que era café.
Esta es la historia de tres cochinitos hermanos nacidos en un lugar de ley y orden, rodeado de bosques insondables, donde el humano jamás puso pie. Cuentan los lugareños, que en las noches más obscuras, sentíanse gritos extraños provenientes del bosque próximo, que atemorizaba a todos.
-¡El bosque está endemoniado! – exclamaban. ¡Es ese lobo mal nacido con sus aullidos infernales y sus correrías asesinas de medianoche! ¡No hay animal seguro mientras viva! – concluían.
Al morir el día, los tres cochinitos se guarecían en la débil y humilde choza que les daba cobijo.
-No hay miedo mayor que tenerle miedo al miedo- comentaban los cochinitos entre si. –El miedo es un bulto negro- solían decir para infundirse valor.
Y sucedió lo que era predecible. ¡La siniestra noche trajo consigo los diabólicos ruidos enunciadores de muerte! El fuerte viento se hizo cómplice de la desgracia, multiplicando a su paso los ensordecedores sonidos, aumentando el desconcierto entre los habitantes. !El pavor cundió en derredor! Todos a uno, cerraron herméticamente puertas y ventanas. No estaban seguros, ni aún en sus casas sólidamente construidas. El pánico a enfrentar lo desconocido les hacía blanco indefenso del agresor.
Así, transcurrieron las horas y los misterios de la noche dieron cabida a un nuevo amanecer. Los primeros rayos de sol pusieron mudez a la terrorífica algarabía , sinónimo de tortura para los humildes moradores.
- Todo pasó y no pasó nada- gritaban contentos mientras se reunían.
La ausencia de los tres cochinitos no extranó a ninguno de los festejantes. Hasta los recién llegados al lugar sabían que los tres cochinitos se alejaban del poblado por días y noches, especialmente en aquellas más lúgubres, cuando el miedo imperaba.

El viejo enterrador sonreía mientras daba la última palada sobre el montículo de tierra a sus pies. Lo sospechaba- se dijo para sus adentros – Siempre regresaban del bosque con su carga a cuestas, pero esta vez fueron ellos la carga.- !Fueron de cazadores y resultaron cazados! !Es la venganza del pobre lobo !
El golpe seco sobre la madera le indicó que el trabajo estaba terminado.
Leyó el epitafio en voz alta - ¡Puercos Asesinos!- y marchó feliz junto a los suyos.

¡La noche despertó lo que todos esperaban! ¡El fuerte viento se hizo cómplice! ¡Todos a uno corrieron !
¡Se repite!- gritaron.
Y abriendo puertas y ventanas de par en par, afinaron sus oídos para disfrutar: !El canto melodioso, cuasi celestial, que como hermoso concierto, llegaba en alas del fuerte viento desde el bosque, inundando sus corazones de gran gozo!.

!Y Colorín Colorado, éste cuento se ha acabado!

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