Monday, May 29, 2006

Amén, Amén

El cementerio parecía desierto. A mi paso dejaba atrás decenas de lápidas de humilde construcción y deforme escritura desparramadas sobre la tierra.
Aquí es que los jodidos encuentran su Libertad – me dije- para luego preguntarme: ¿Por qué llamarán a este lugar Camposanto si siembran a los bandidos junto a los buenos? Ya casi llego, tengo que virar a la izquierda en la callecita ocho, contar hasta seis tumbas y...!Bendición Padre! Casi escucho su voz replicando: - Dios te bendiga hijo mío, ya pensé no venías. Observé la tumba mientras continuaba nuestra inaudible conversación. Todo estaba limpio en derredor. Destacaba el mármol de mediana calidad en su última morada. Al centro y a la altura de mis ojos podía leer claramente el texto bíblico que él mismo escogiera antes de su partida y que en alto relieve sobresalía de aquella hermosa lápida que formaba una sola pieza con el panteón. A cada lado distinguíanse los lirios que brotaban de dos bellas damajuanas que habían sido traídas en cumplimiento de sus últimos deseos. No había sido presumir su hechura sino distinguir al mejor padre del mundo. -Ya es tarde, hijo mío, debes irte. Su despedida me causó tristeza. Fueron las mismas palabras que pronunció la noche que se amparó en El Hacedor. Mi metabolismo sufrió cambios y a paso lento, con desgano, casi en estado de abulia, marché entre tumbas buscando la salida.
-¡Cuidao!- Su mano se aferró a mi antebrazo. -¡Te vas a caer!
Lo miré como el que no ve, pero le reconocí. Aquel brazo que me sostenía evitando cayera a la fosa era el mismo que de niños, había yo sostenido con voluntad, evitando que el crecido río donde nadábamos, lo arrastrara corriente abajo. -Hola Edgardo- dije sorprendido.
-¡No hables ahora, que Cico está despidiendo el duelo! ¡Cico es una universidá ambulante!
Estaba yo al borde de una fosa vacía, al lado un ataúd y al frente quince o veinte personas vestidas de negro escuchaban las bondades del orador que haciendo del lugar un paraninfo, concluía diciendo: "Este muchacho que ahí yace, que puuudo haber llegaaado a ser una persona decennnte, no le debía un centavo a nnnadie". ¿Saben por qué? !Porque naaadie le fiaaaba!
Al fondo, vistiendo una enagua negra mas larga que el traje que llevaba puesto, doña Aurora la Comadrona repetía sin cesar: Amén, Amén.
Es la gente de mi viejo barrio, los pobres, los más pobres y los jodidos.

3 Comments:

At 12:48 PM, Blogger JUAN PAN GARCÍA said...

Muy bueno, Raffie.Una postal muy real y sentida de la vida.Un abrazo. Juanpan

 
At 8:04 AM, Blogger eldañacuentos said...

Juanpan:

Contento de verte por aquí.

El abrazo es recíproco.

 
At 8:11 AM, Blogger eldañacuentos said...

Saludos juan rivas:

Me regocija que te haya gustado el cuentito.
El estilo de la narrativa es mi manera usual de comunicar. Si hay alguna influencia, es la de mi padre; quién gustaba de escribir e inventar cuentos y canciones para sus querendones.

 

Post a Comment

<< Home